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ACOSO ESCOLAR. ¿QUÉ HACER PARA EDUCAR A LA SOCIEDAD?
Recientemente he podido leer un artículo sobre cómo se trabaja en Finlandia el acoso escolar (https://www.abc.es/familia-educacion/20150527/abci-programa-finlandia-acoso-201505261029.html#)
Allí han desarrollado e implantado con gran éxito el programa Kiva (contra el acoso escolar). En este programa pretenden hacer a todos participes del problema de maltrato, aportando soluciones e involucrando a todos como parte activa del conflicto.
Se elimina la figura del observador. El programa Kiva forma a docentes, alumnos y familias para que todos conozcan cuál es su rol y cómo deben reaccionar.
El objetivo es educar a la sociedad en general, y a los jóvenes en particular, para detectar y mostrar rechazo ante los casos acoso.
Tres aspectos me han llamado la atención:
- Los tiempos de ocio (el recreo) son espacios en los que se debe poner especial atención, pues es donde la victima está más desprotegida. Es ahí donde entran en acción los docentes, quienes deben mostrar su autoridad y no permitir los abusos. Los acosadores sentirán el control de un adulto que les impide hacer de las suyas y tomarán distancia de la víctima.
- De igual modo, los alumnos deberán mostrar rechazo ante cualquier situación de maltrato, informando a las personas pertinentes. Nunca se debe mirar a otro lado, ¡todos formamos parte del problema!
- Los padres deben escuchar a sus hijos, no haciéndoles sentirse culpables, sino todo lo contrario. Deben preguntar para estar bien informados e intentar dar soluciones entre todos. El apoyo entre familia y escuela es fundamental.
Y la clave de este magnífico programa es el compromiso de todos, de la sociedad en general. El problema con el que se encuentran muchas víctimas es la desprotección. Muchas veces las familias, por sí solas, no encuentran la forma de solucionar el problema. Cuando buscan el apoyo del centro educativo o de las autoridades pertinentes, se encuentran con demasiada burocracia y lentitud en la búsqueda de soluciones.
Muchos cambian a sus hijos de colegio para protegerlos ante la falta de ayuda del centro. Otros luchan para que el acosador no se salga con la suya, mientras los demás miran a otro lado y la víctima sigue sufriendo.
Lo que debemos conseguir es educar a las personas, niños y mayores, a mostrar rechazo ante los malos tratos en general.
Me llamó la atención una situación acaecida hace unas semanas en las filas del colegio, cuando recogíamos a los niños (7-8 años). Un chico estaba empujando y dando patadas a una niña, que intentaba defenderse entre lágrimas. Nadie, ni un solo alumno, ni un sólo adulto dijo nada. Tal vez por temor a que los padres del agresor pudieran montar en cólera si recriminásemos algo a su hijo. Finalmente tomé la decisión de llamar yo la atención al pequeño, quien automáticamente dejo de abusar de la pequeña. Sólo era necesario que alguien le mostrase que su actitud no era correcta y que no iba a permitir que siguiera haciendo daño a aquella niña (a quien por cierto doblaba en peso y estatura). No fue necesario gritar, solamente mostré mi rechazo y le expliqué que lo que hacía no era correcto.
El acoso en el aula, el maltrato, los abusos en general deben ser denunciados y nunca darles la espalda. Ante cualquier caso de acoso hay que denunciar.
La mejor defensa contra el maltrato en general es una sociedad comprometida y responsable de este tema. ¡Todos podemos y debemos construir un mundo donde los malos tratos no tengan cabida!
El acoso escolar no es sólo problema de las víctimas.
Hoy en día, lo que se hace es trabajar con el agredido para que incremente su autoestima, para que deje de ser introvertido, para que no muestre miedo, etc. Pero este no es el camino a seguir. El bullying es cosa de todos. Los agresores deben aprender a empatizar y a respetar. El grupo debe formar parte del problema mostrando su rechazo y su posición de protección ante las víctimas.
El hecho de que alguien sea más introvertido no debe dar pie a ser objeto de mofa, crítica, chantaje o humillación.
Ser tímido no es el problema a resolver. El objeto de trabajo debe ser el grupo y el agresor.
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