CUENTOS DE MONSTRUOS.
Contenidos
Introducción.
¿Tienes miedo de los monstruos o de la oscuridad? ¿Conoces el mundo imaginario de los monstruos?
Una dulce historia sobre un niño y un monstruo, que juntos aprenderán a entender que el miedo no es más que producto de su imaginación y del pánico a lo desconocido.
Cuento. “El monstruo que tengo en mi habitación”
En un lejano país llamado Realidad, los niños pequeños se acuestan muy temprano. Allí hace mucho frío y anochece muy pronto.
A Christian le encanta acostarse pronto. Él piensa que el mejor sitio donde se puede estar en invierno es metido en la cama, bajo una esponjosa y gruesa colcha, con su suave pijama y sus calcetines preferidos, leyendo cuentos de aventuras con su linterna favorita.
Christian nunca quiere dejar de leer.
Por más que sus padres le insisten en que es hora de dormirse porque al día siguiente hay cole, el pequeño no hace ni caso.
En realidad, Christian tiene un secreto que le da mucha vergüenza confesar: tiene un miedo atroz a la oscuridad y está seguro de que cuando todas las luces de Realidad se apagan, un monstruo entra en su habitación para intentar asustarle.
Pero esta noche ha leído algo que le ha parecido muy interesante en uno de sus cuentos de aventuras. Resulta que uno de los protagonistas de su cuento también siente miedo cuando tiene que enfrentarse a cosas que no conoce. pero Decide plantar cara a sus propios miedos con coraje y valentía, pues es la única forma de poder disfrutar de tantas y tantas aventuras.
Christian ha tomado una decisión, esta noche va a conocer al monstruo que se cuela en su habitación.
Apaga las luces y poco a poco todo queda en silencio en su hogar, hasta que ya no se escucha ni el sonido del aire contra la ventana.
Cierra los ojos y, en ese mismo instante, siente como algo se mete en su cuarto. Entonces Christian aprieta los ojos con más fuerza todavía, intentado conseguir que el monstruo se marche.
De repente le viene a la mente el personaje de su cuento, que le repite una y otra vez – no tengas miedo Christian, atrévete a conocer lo desconocido, piensa que sino nunca podrás comprobar si tu monstruo es real o si sólo es algo que tu imaginación ha creado. Y si es un monstruo imaginario, ¿no sería genial hacerte su amigo para disfrutar cada día de su compañía?-
A Christian no le parece tan mala idea eso de ser amigo de un monstruo.
El pequeño se arma de valor y abre los ojos. Rápidamente enciende la luz y ….¡sorpresa!, allí está el monstruo, es un gato precioso que se ha colado en su cuarto para pasar la noche. – ¿Por dónde habrá entrado?
Christian se pone sus zapatillas y su bata y coge al gato en brazos – ¡Es tan suave!- al acariciarlo se percata de que lleva un cascabel y un collar con una chapa en la que se lee: “Monster”.
– Caramba, después de todo no estaba equivocado en lo del monstruo, sólo que mi miedo era infundado y sólo se trataba de un dulce gato.- Piensa el niño. – Mañana le diré a papá y a mamá que tenemos que buscar a su dueño, pero ahora se queda a dormir conmigo, ¡es tan bonito!
Cuando Christian y su nuevo amigo terminan de acurrucarse en la cama para comenzar a dormir, un sonido hace que ambos se inquieten y levanten sus cabecitas para poder comprobar de donde procede tanto alboroto.
Entonces, una luz aparece debajo de su cama y se escucha el lento chirriar de una puerta que se abre bajo la cama. Sea quien sea, está abriendo la puerta lentamente para no despertar a Christian. Lo que no saben es que el pequeño está despierto y terriblemente asustado por lo que está ocurriendo.
– ¡Monster, dónde te has metido pequeñín! –
La voz viene de debajo de la cama.
El gato maúlla y Christian se tumba para hacerse el dormido. Entonces algo enorme se alza sobre la cama del niño e intenta coger a Monster, que no quiere separase de su nuevo amigo.
Sin pensarlo dos veces, Christian asesta un manotazo a lo que quiera que sea que está intentando llevarse al gato.
Un tétrico silencio se cuela en la habitación. Christian se levanta aterrado y enciende la luz.
Ahora sí, el monstruo que tanto tiempo había temido está ante los ojos de Christian.
Pero, por algún motivo, no le parece tan aterrador como se lo imaginaba.
Entonces se arma de valor y le dice -¿por qué quieres llevarte a mi gato, monstruo malvado?-
El monstruo, que sigue perplejo ante la situación, mira al niño y entre susurros de inseguridad contesta – Pe-pe-pe-pero el gato es mío.-
– Ah, pues no debes ser un buen amo cuando se esconde en mi cama, ¿no te parece? –
– Bueno, lo cuido lo mejor que sé, pero le encanta escaparse cada noche a tu cama.-
– ¿Cada noche? Ya entiendo todo lo que ha pasado. Tú has estado entrando en mi habitación por las noches para recuperar a tu gato.
– Si, lo siento mucho.- Contesta avergonzado el monstruo.
– ¿Sabes el miedo que me has hecho pasar?
– Pues no tenía ni idea. Pensaba que no me oías. Lo siento de veras.- el monstruo vuelve a disculparse. – No pretendía asustarte.
– ¿Cómo no voy a asustarme de un monstruo? – insiste Christian con pose de enfado.
– ¿Por qué deberías asustarte de mí?- contesta sorprendido.
– Pues porque eres un monstruo, claro está. – responde con rotundidad el niño.
– Pero los monstruos nunca hacemos daño a nadie. Yo soy como tú, pero de otro color y mucho más grande. Voy al colegio, juego con mis amigos y cuando mi gato se escapa, entro en tu mundo para recuperarlo, pero dime una cosa ¿conoces alguna historia real donde un monstruo haya atacado a un niño?
Christian se queda pensativo.
– Es cierto que nunca he oído hablar de un caso real sobre monstruos, ni en las noticias, ni en el periódico que leen mis padres.-
– Todo el mundo habla de los monstruos como seres imaginarios y malvados que se cuelan en las habitaciones de los pequeños – continua explicando el monstruo-pero están equivocados. Es cierto que los monstruos existen, pero no somos malos, ni hacemos daño a nadie, sólo somos distintos y vivimos en el mundo de la fantasía. Allí podemos estar tranquilos y vivir sin miedo a los humanos, pues en el mundo real seguro que todos nos querrían dar caza. Lo desconocido y distinto siempre os da miedo y, por eso, todos los seres imaginarios vivimos allí.
– Ya entiendo-susurra Christian- Que tonto he sido. Tienes razón, monstruo, he tenido miedo de lo desconocido, de lo que no podía ver, ni tocar. En realidad tú nunca me has hecho daño. Perdóname por haber desconfiado de ti sólo por ser distinto a mí.
A partir de ahora, nunca más tendré miedo de los monstruos, al fin y al cabo ¿quién dijo que los monstruos son malos?
– Ja ja ja ja, – ríe el monstruo- Gracias Christian. Ahora, ¿puedes devolverme a mi gato? Mañana tengo que madrugar y debo irme a la cama temprano, de lo contrario mis padres se enfadarán muchísimo.
Christian se siente muy identificado con ese comentario –mis padres también me regañan cuando me quedo despierto hasta tarde. Tú y yo no somos tan distintos.-
– Siempre que quieras puedes venir a visitarme, aunque tendrás que esperar a que todos duerman para no asustar a los miedosos humanos.
– Gracias Christian, me encantará visitarte y que podamos charlar sobre nuestros mundos. Por cierto, mi nombre es Mikel.
– Gracias a ti por hacerme entender que no debo tener miedo a los monstruos del mundo imaginario.
Aquella noche Mikel, Christian y Monster aprendieron a no tener miedo. Cada vez que se ven disfrutan enormemente contándose historias de sus dos mundos. No son tan distintos como los adultos dicen. En la realidad y lo imaginario, sólo se diferencian en el miedo que tengas a lo desconocido.
Autora: Beatriz de las Heras García
Hola, muchas gracias por vuestro interés en mis ilustraciones.
Os dejo mi dirección: darnae.fig@gmail.com
Un saludo 🙂
Te he mandado correo. Un abrazo.